Hola de nuevo:
Aquí estoy de nuevo, no para polemizar, si no para reivindicar la figura de un maestro y creador de la Alta gastronomía española, me refiero al magnífico cocinero Santi Santamaría, grande entre los grandes, tanto entre los fogones, como cogiendo una pluma y deleitándonos los domingos por la mañana, en su sección del dominical de La Vanguardia. No debemos olvidar que fue el primer cocinero de la comunidad autonómica catalana, en obtener las tres preciadas estrellas de la Guía Michelin, a veces polémico, ortodoxo de la alta escuela francesa, poco dado a las innovaciones innecesarias y gran defensor del producto, con eso no me refiero a que solo utilizase productos del terruño, ya que era un viajero gastronómico de nivel y con ello solía añadir productos nada arraigados a las tierras donde nació y trabajó.
A menudo no aprobaba los usos de aditivos culinarios, que por otra parte forman el arsenal de los llamados cocineros moleculares, en su libro “la cocina al desnudo”, daba rienda suelta a sus opiniones al respecto, suscitando molestias entre el “ Star system” de la cocina española, todavía recuerdo al por otra parte excelente cocinero y guitarrista que es Sergi Arola”, increpar a Santi, aduciendo que ese tipo de comentarios hacían mucho daño la cocina española, cosa que comparto a medias, ya que precisamente a la cocina española, lo que le hace realmente daño, es que los españolitos no sabemos vender ,tal como hacen nuestros vecinos de allende de los Pirineos, por cierto con gran maestría, pero eso vendrá en futuros post en este blog. Fíjense en una cosa, realmente el único que permaneció al margen de la polémica, fue otro maestro y grandioso cocinero, de nombre Ferrán Adriá quien no se pronunció en absoluto, se limitó a respetar el parecer de Santamaría. Limitándose a ir a lo suyo, que es crear y dar mucha envidia a toda su pléyade de imitadores de todo a cien (con el respeto que me merecen los todo a cien).
Para no enrollarme más, solo me resta agradecer a Santi los buenos momentos que me han propiciado al leer sus obras y artículos , sobre todo teniendo en cuenta, que no era un cocinero salido de una escuela de impronunciable nombre, si no un autodidacta que emanaba sabiduría, que solo creía en el trabajo y en hacer las cosas bien hechas.
Gracias por todo Santi.
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